jueves, 8 de abril de 2010

50 razones para defender las corridas de Toros ( Francis Wolff)

EL SUFRIMIENTO DEL TORO
Razón 7: La adaptación fisiológica del toro a la lidia
El toro de lidia no es para nada un apacible rumiante. Es una muy especial variedad de bovino, lejano descendiente del uro, que vivió más o menos en estado salvaje hasta el siglo XVIII y que estaba dotado de un instinto de defensa de su territorio muy desarrollado, una forma de ¨fiereza¨ . El auge de las corridas de toros permitió la creación de grandes ganaderías en las que los toros eran y son criados en condiciones de libertad para preservar esa acometividad natural, a la cuál se le añadió un proceso selectivo en función de la aptitud de cada ejemplar para la lidia. Estas dos condiciones , la natural y la humana, crearon un animal original, una especie de atleta del ruedo, dotado de bravura, es decir, de una capacidad ofensiva para el ataque sistemático contra todo lo que pueda presentarse como una amenaza, y muy especialmente la intromisión en su territorio. Esta agresividad se observa desde el nacimiento: basta con ver un becerro recién nacido dando cornadas (imaginarias, claro) al hombre que se le acerca. Se manifiesta también entre los propios toros (las peleas por la jerarquía son frecuentes) e innegablemente contra el hombre, que no debe normalmente acercarse a ellos, sobre todo si están solos o aislados. Por eso no sorprende que los estudios de laboratorio del ya citado Juan Carlos Illera del Portal hayan demostrado que este animal, particularmente adaptado para la lidia, tenga reacciones hormonales únicas en el mundo animal ante el ¨dolor¨¨ (que le permiten anestesiarlo casi en el mismo momento que se produce), especialmente debido a la segregación de una gran cantidad de beta – endorfinas (opiáceo endógeno que es la hormona encargada de bloquear los receptores del dolor), sobre todo, cuando se produce en el transcurso e la lidia.
Otro descubrimiento que muestra la singularidad del toro de lidia en relación a las demás ¨razas¨ de bovinos es la talla del hipotálamo (parte del cerebro que sintetiza las neurohormonas que se encargan especialmente de la regulación de las funciones de estrés y la defensa) que es un 20% mayor que el de los demás bovinos - datos que es considerable. Todo esto no hace sino explicar las causas fisiológicas de un comportamiento que cualquier ganadero de toros de lidia o cualquier aficionado conoce (pero que ignoran todos los profanos) y que hace posible la lidia: el toro bravo, en lugar de sentir el ¨dolor¨ como un sufrimiento, lo siente como un estimulante para la lucha. Se transforma inmediatamente en una excitación agresiva.

Razón 8: Dolor y lidia
Ya hemos dicho (ver argumento 4) que, al contrario de los demás animales, el toro de lidia no reacciona a las heridas huyendo sino atacando. Es el único animal que, herido por los puyazos, vuelve a la carga para atacar al picador en lugar de huir de él (siendo la fuga la respuesta normal, naturalmente adaptada, al dolor). Sin embargo, esta reacción es perfectamente natural en un animal genéticamente predispuesto para el combate. Sabemos que en el ser humano sucede algo parecido. Miles de testimonios de soldados heridos lo confirman. Ellos explican no haber notado nada, o casi nada, de las graves heridas recibidas a causa del fragor del combate. Esto mismo les ocurre a algunos toreros cuando reciben una cornada, que comienzan a sufrir después de acabar la lidia. ¡ Cuánto más verdad es en el caso de un animal fisiológicamente dotado y genéticamente seleccionado para la lidia, y que no deja de combatir, mientras le reste un hilo de vida!

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