viernes, 25 de septiembre de 2009

CARTA PARA AFICIONADOS PRACTICOS

Por: Juan Fernando Iturralde M.
Dedicada a Christian, José y Miguel Ángel, aficionados prácticos
A pocas horas de que tengan quizá el día taurino más triunfal de sus vidas, ese normal miedo a la incertidumbre de torear, habrá ya hecho presa de ustedes: espacios de meditación y la afición en la que depositamos esa eterna esperanza de estar bien delante de un becerro nos llena la mente, y ya estarán algunos poetas, tan aficionados como ustedes reclamando su tendido en el cielo para verlos e inspirar sonetos a su afición.
Quería decirles que en ustedes hay algo especial: desde hace algunos años, su afición por el toreo, esa que nació y creció con ustedes, se ha convertido en un sueño, en lugar del deseo imposible. Y es un sueño que podrán vivirlo despiertos desde este sábado y durante toda esta feliz realidad que es la Feria del Aficionado Práctico. No puedo más que pensar en su actuación, en su buena suerte, y en ese aire de figuras del toreo que son todos, sin nombre en carteles de postín, pero para mí, figuras del toreo personales. Luego de tantas noches de entrenamiento, aprendizaje y apuntes de pases soñados, nos volveremos a encontrar en la soledad del ruedo con un becerro. Lo paradójico es que esa soledad es algo que puede llegar a llenar mucho el alma. Esa soledad se muda, se trastoca, se invierte y nos llena donde la sucesión de pases y estructura de la faena sólo es una estratagema de lidia, una estrategia impuesta por la necesidad de "sobrevivir", como dice José Morán o de "no volar" como a veces lo digo yo. El clímax de nuestra afición está ahí, aunque hayan "espantás", o aunque se haga la faena soñada... No importa, ese es el foco de nuestra afición, porque el miedo, la ilusión y el aprendizaje están unidos en esos momentos, en un coctel que nos inunda el pecho. Los nervios se apoderan de la piel y se reflejan en palideces. Pero el corazón y mente de ustedes, estoy seguro, esta vez será el territorio para vencer el miedo, los nervios, el lugar donde torear ya no tiene rostro ni escala humana, si no de duende y pasión. Estaré ahí desde el principio para verles y siempre los volveré a ver cada que se metan en esta, para muchos, sinrazón de su carácter, en este hálito mágico de la afición que nos sopló a todos desde niños y que nos damos cuenta que nos une ahora a más de 50 aficionados prácticos en esta Feria, aunque nos unió desde siempre, desde que nos picó el gusanillo de la afición y el toreo. Me enorgullece su decisión de torear, me enorgullece porque entra dentro de ese inexplicable cúmulo de mágicas coincidencias que tengo con ustedes.
Amigos: Si ese gran poeta que fue Adriano del Valle presidiese los festejos de la Feria del Aficionado Práctico, desde su palco en aquel cielo reservado para los poetas, sólo al comprobar su afición ya les daría a todos los participantes -como a Manolete- las orejas, el rabo y la eternidad.
Un saludo a todos los aficionados prácticos que intervendrán en esta edición del 2009.

martes, 22 de septiembre de 2009

Los toros: Una fiesta popular




Por:Santiago Aguilar
En estos tiempos vale la pena reflexionar sobre la identidad popular del espectáculo taurino.El origen de la fiesta de los toros en el Ecuador se remite a épocas coloniales, tiempos en que los conquistadores españoles trasladaron al nuevo mundo los juegos de toros y con ellos marcaron el futuro taurino de varios países iberoamericanos. La Conquista determinó una maravillosa fusión encarnada en el mestizaje y presente en la adopción de una nueva fe y nuevas costumbres que con el paso del tiempo se convirtieron en elementos muy propios del continente americano.La nueva realidad étnico-cultural, resultado del encuentro de dos civilizaciones, estuvo marcada por las circunstancias dolorosas de la guerra de Conquista y el establecimiento de un importante avance en materia cultural, social y tecnológica.
La fiesta de los toros no se mantuvo al margen de la asombrosa simbiosis.El sincretismo que se produjo entre las fiestas religiosas católicas contenidas en el calendario español y las ancestrales celebraciones indígenas nacidas de la cosmovisión propia de los aborígenes, facilitó que pronto se asumiera a los toros y sus juegos como elementos consustanciales de la cultura popular, adornados por los extraordinarios matices otorgados por la sierra andina y el mestizaje plasmados de manera multicolor por elementos de origen claramente hispánico y otros de raíz indígena y precolombina.Así las cosas, podemos concluir que la fiesta de los toros ha formado parte de la vasta riqueza cultural de la ciudad durante más de cuatro siglos.Riqueza inmaterial
En el libro “La Fiesta Popular en el Ecuador” de Oswaldo Encalada Vásquez son permanentes las referencias al toro bravo como el eje de los espectáculos populares que se celebran en prácticamente todas las parroquias y cantones de las provincias de la Sierra ecuatoriana.
El autor en la introducción de la obra conviene en la validez del sincretismo social, étnico y cultural, apuntando que “Uno de los primeros componentes más importantes de la cultura no material de los pueblos es aquel que tiene que ver con sus fiestas y celebraciones. En este campo como en muchos otros, nuestro país es extremadamente rico en sus manifestaciones. La convergencia de diversas etnias y hasta las razas ha creado un variado caleidoscopio donde es posible apreciar desde los rituales netamente cristianos hasta las formas autóctonas andinas; desde la concepción occidental de la muerte, hasta las fiestas agrarias de los indígenas.
La convivencia de los diferentes elementos poblacionales ha logrado un mestizaje profundo y vital que forma el verdadero sustento de nuestra identidad”En otros apartados del estudio se precisa el contenido de las fiestas, su extraordinaria puesta en escena y el exuberante contenido simbólico de las mismas, concluyendo que entre las más importantes manifestaciones populares e indígenas, las corridas de toros son un elemento básico de la riqueza inmaterial del Ecuador.

martes, 15 de septiembre de 2009

Teoría de la Muleta


Por: Gregorio Corrochano /ABC. Madrid, 10 de julio de 1954
El toreo de muleta no es una sucesión de pases sin ninguna relación entre sí. Una faena no se compone de pases sueltos, más o menos numerosos y más o menos artísticos. Esto no tendría ninguna eficacia, y el toreo no es toreo en tanto no se le relacione con el toro. El toro es el que da la medida de la faena: clase y número de pases, distancia a que debe colocarse el torero, mano que ha de emplear preferentemente. La distancia de la muleta al toro es lo primero que se debe medir. Si el toro es bravo y conserva poder, se arrancará antes que el manso y el agotado. Decimos manso por diferenciar. El manso absoluto no existe en el toro de lidia. Hay una escala de bravura que va del toro codicioso, rápido, pronto en acometer, pegajoso, lo que llamamos nosotros bravura agresiva, con muchos pies (ligereza), al toro pastueño, tardo, falto de codicia, lo que nosotros llamamos bravura pasiva. En esta escala intervienen la resistencia y el poder del toro. Esto debe tenerlo en cuenta el matador al hincar la faena, para saber hasta dónde tiene que llegar con la muleta, que en el curso de la faena irá acoplando, según vaya el toro.
El público suele fijarse en si el toro abre o no abre la boca. No es mal síntoma porque es indicio de fatiga o resistencia, si el toro se ha “roto” en la lidia o no ha gastado facultades y conserva el poder. Cuanto más bravo es el toro más “se rompe”, porque pone más esfuerzo en embestir y embiste más veces. Por esto no me gustan nada los recortes de salida, a ver si dobla, que son innecesarios, como ya veremos, porque el que más daño hacen es al toro bravo; el Reglamento los prohíbe.El terreno que debe pisar el torero, la distancia a que debe situarse, depende de todos estos factores. Toro que deja acercarse sin embestir, sin arrancarse, o tiene poca bravura o tiene poco poder. Al torero le toca medirlo. Más que del valor del torero, depende del estado del toro. Para mí, cuando un torero pisa un terreno inverosímil, sin desconocerle valor. Ante el toro agotado que mató el picador-, le reconozco principalmente conocimiento del estado del toro, y en mi concepto sale ganando, pues yo doy mucha importancia al conocimiento de la res, que tengo por fundamental en tauromaquia. Una vez decidido el terreno en que debe colocarse el torero, la distancia a que pasa el toro del torero en el centro de la suerte, tiene mucha importancia emocional, más que la distancia a que el toro le dejó llegar, que no depende del torero sino del toro. Esta distancia no sólo mide valor, sino calidades del pase. Indica que se tuvo serenidad para ver llegar al toro, que no se torea con el pico de la muleta, sino bien centrado, y se domina mejor que cuando se torea despegado. No exageramos la distancia por las mancas de sangre del vestido de torear, que si se hace bien el torero, si hay temple y pasa todo el toro mandado en pase largo, hasta donde debe volverse la muleta y rematar, no hay sangre en el traje. La mancha se produce si no hay temple, si se codillea, si no va el toro toreado. Todas esas taleguillas sucias de sangre del costillar del toro revelan una muleta de poco mando y dominio, que el toro toma como quiere, pasa sin que le obliguen, unas veces despegado, otras ceñid, cuando no es ardid, restregón a cabeza pasada, para impresionar a aficionados novatos y a mujeres con ramos de flores folklóricos.
Cuando se torea bien, todo es limpio y si hay sangre en el traje, no es del toro, es del torero.Es muy importante considerar el terreno que pisa el torero. Hay toreros que necesitan que el toro les venga; otros prefieren el toro que les permite colocarse más cerca, que les deje llegar, hasta donde les es más fácil torear, donde están más a gusto con el toro. Así vemos que, en el primer caso, si el toro se arranca a la distancia a que acostumbra a torear el torero, no se torea bien; en el segundo caso, si el toro no le deja llegar, no le deja acercarse a pisar el terreno que acostumbra pisar, tampoco torea bien. Sin desconocer, por tanto, esta modalidad de cada torero, hay que poner un límite de distancia. Ni tan largo que el toro le cuete trabajo ir o no vaya, en porfía inútil, ni tan cerca que no haya espacio para desarrollar el pase completo y quedar preparado para el siguiente, con lo que se ahoga el toro. Cada toro tiene su sitio, según su bravura, su poder y hasta sus querencias. Por eso es muy difícil torear. Por eso hay muy pocos toreros que toreen bien.Hay una tendencia a romper las faenas, cortarlas y separarlas del toro. Si es para cambiar de mano o cambiar de terreno, está justificado. Si es para luego volver al mismo sitio y continuar lo interrumpido, tiene riesgo, en algunos toros, de tener que volver a empezar; nunca se debe olvidar que la faena, además de su interés artístico, tiene una finalidad técnica, finalidad a la que hay que atender para no malograr lo artístico; porque no se está toreando de salón aunque algunas veces lo parezca. Esto es, hay que ligar las faenas hasta conseguir igualar al toro en el sitio donde el toro tenga la muerte. Dar tres pases y un paseo; otros pases y otro paseo, es pasear más que torear. Es sacar la faena a retazos, y es recoger a regazos los aplausos, que, a veces, no quedan ya para el final porque se han gastado los retazos, y el hombre se va a la barrera como si no hubiera hecho nada. No desconocemos que estos retazos tienen su público, como lo tienen las liquidaciones y los saldos, donde no se busca la calidad.La faena más perfecta es aquella en que el toro cae herido en el mismo sitio donde se le dio el primer pase.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Feria del Aficionado Práctico 2009

Somos Ecuador está organizando por segundo año consecutivo, la Feria del Aficionado Práctico.
Es una de las actividades que se desarrolla para el fomento de la afición a todo nivel y el desarrollo de nuestra cultura taurina y sobre todo, para fortalecer lazos de amistad entre los taurinos.
Estamos convencidos que será un evento motivante, formativo e inolvidable para el aficionado que participe toreando y para quienes asistan. La entrada es libre y esperamos contar con su presencia! A continuación el cartel de la Feria.

martes, 1 de septiembre de 2009

Como perro sarnoso/ Esteban Ortiz Mena


La intolerancia y la estupidez han ganado espacio en nuestro medio.

Rafael Lugo, en un artículo publicado en la revista Soho edición 66, escribe que “a la postre, para la mayoría la idea obligada es amar a Dios sobre todas las cosas y odiar a quien piense diferente, porque se nota que el hombre ha entendido que prójimo solo es aquel que piensa igual, y el que no cree lo mismo es infiel, impío, hereje, perro sarnoso, humanoide descartable, cualquier cosa, pero prójimo jamás”.

Es un hecho: asesinos, retrógrados, violentos, masoquistas, perversos, putrefactos, arcaicos. Así es como califican los antitaurinos, entre los epítetos más decentes, a todo aquel que guste de la fiesta brava.

Si ser taurino es así de grave, con el perdón de los perros y los antitaurinos (que me parece tienen alguna similitud), este rato me declaro perro sarnoso.

¡Qué orgullo sentirme taurino! No hay nada más profundo que las sensaciones que alguien puede sentir toreando. La pasión no es un sentimiento exclusivo del taurino, pero los toros son una razón más para vivir intensamente.

La intolerancia es el recurso más fácil del débil de espíritu y el limitado de razón. La riqueza de la humanidad radica en su diversidad, en la capacidad de contradicción que tenemos y que ejercemos a diario, en saber crecer; y no en oponerse ni en intentar cambiar de hábitos a quien piensa distinto. También se llama vivir en democracia.

Por supuesto que este tipo de gustos son muy personales, pero no por pensar distinto o tener un gusto legítimo este carece de sentido. Hay que entender que no queremos convencer a nadie de que le gusten las corridas de toros, pero a desaparecerlas hay un abismo. No es que las corridas de toros no sean crueles y es legítimo que haya gente que a más de no gustarle prefiera su desaparición. Eso depende de cada quien. Pero el problema de la oposición a una práctica tradicional es que esta puede trasladarse a otras que forman la esencia de identidad y afirmación cultural de diversas colectividades, como dice Pancho Aguirre. No existe diferencia conceptual, como práctica cultural, entre oponerse a la ópera que a una corrida de toros. Por eso es tan absurda una oposición al tema, sobre todo cuando es producto de la intolerancia y la ignorancia.

Es posible que con el tiempo desaparezcan las corridas de toros, la cultura siempre cambia, es posible que en un futuro próximo nuestra alimentación principal sea a base de insectos. Pero esas serán prácticas culturales y sociológicas que se irán desarrollando, en el caso de ocurrir.

No se puede criticar (sobre todo frente al grave argumento de la desaparición de una tradición cultural apasionante) sin conocer. Pensemos en lo que sucede entre dos grupos de personas que se encuentran dentro y fuera de una catedral, y que intentan comunicarse lo que ven. Al mirar las vidrieras, los de adentro contemplan los colores brillantes, flores, animales, personajes. Los del exterior sólo ven la superficie opaca y gris de los cristales. Cuando unos describen su experiencia, los otros piensan que son enfermos o malintencionados. Sin embargo, los dos grupos tienen razón: están contando lo que realmente perciben, parafraseando a José Antonio Marina. “El equívoco sólo puede desaparecer si se consuma un cambio de perspectivas. Si los de adentro salen, y los de fuera entran.”

Pero cuando no hay voluntad, no hay voluntad…

Por eso, hasta tanto, yo coincido con Andrés Sánchez Magro: “reivindicamos la locura, la bendita locura de los raros, de los otros, de los toreros, de los que buscamos un sueño que nadie nos puede acabar de contar. Los que nos apegamos a la excepción cultural, que es, y nunca podrá dejar de ser, el toreo... Si hay que ser excepcionales, seámoslo” (6toros6 No. 571, junio de 2005).

Por eso, hoy me declaro taurino, loco, excepcional… y sarnoso, a mucha honra.