miércoles, 19 de enero de 2011

CONVOCATORIA!!


QUERIDOS AMIGOS:

ESTE VIERNES TODOS VESTIDOS DE BLANCO! SOMOS PACÍFICOS, SOMOS AFICIONADOS, SOMOS TAURINOS!

MARCHA EN DEFENSA DE LA FIESTA BRAVA EL VIERNES 21 DE ENERO, PARTIRÁ DESDE LA PLAZA DE TOROS QUITO A LAS 8 DE LA MAÑANA.

ES AHORA O NUNCA EL MOMENTO DE DEFENDER LO QUE QUEREMOS!!!!!

TAURINOS MAS UNIDOS QUE NUNCA!!!

U N E T E

ROQUE | Toreando la inseguridad

martes, 18 de enero de 2011

Los espectáculos taurinos se celebran en todo el Ecuador


Publicado el 16/Enero/2011 | 00:18 El Hoy

Más de un millón de ecuatorianos asisten cada año a 500 de estos espectáculos formales y populares

En el Ecuador los espectáculos taurinos generan 60 mil empleos directos y 100 mil empleos indirectos.

Los toreros, la agricultura, la ganadería, el turismo, la hotelería, los restaurantes, los proveedores de bienes y servicios, el fisco, los municipios, los microempresarios, los veterinarios, los comerciantes, la pequeña industria, los trabajadores del campo, los medios de comunicación, los transportistas, los músicos, los vigilantes, los artesanos, entre otros, forman parte de la actividad económica relacionada a los toros.

En el Ecuador se realizan alrededor de 200 espectáculos taurinos formales al año, con la actuación de toreros profesionales en 150 parroquias, cabeceras cantonales y capitales de provincia.

En el Ecuador se realizan alrededor de 300 espectáculos taurinos populares (toros de pueblo).

En el Ecuador existen 30 plazas de toros estables (cemento), siete plazas portátiles y 150 plazas de toros artesanales armadas provisionalmente para la realización de espectáculos taurinos.

En el Ecuador existen 400 ganaderías de toros bravos, de ellas 300 pertenecen a comunidades indígenas asentadas en páramos andinos.

En el Ecuador asisten a los espectáculos taurinos más de un millón de personas al año. Las grandes ferias (Quito, Ambato y Riobamba) representan apenas el 3% del total de espectáculos que se realizan en todo el país.

En el Ecuador los espectáculos taurinos no reciben subvenciones estatales.

En el Ecuador los municipios reciben importantes ingresos al recaudar los impuestos a los espectáculos públicos.

En el Ecuador el estado se beneficia de los impuestos al valor agregado, consumos especiales y a la renta que generan los espectáculos taurinos, que forman parte de la riqueza cultural y de las tradiciones de los ecuatorianos.

CONVOCATORIA!!


QUERIDOS AMIGOS:

CONVOCAMOS A TODOS LOS AFICIONADOS DEL PAIS PARA LA MARCHA EN DEFENSA DE LA FIESTA BRAVA EL VIERNES 21 DE ENERO, PARTIRÁ DESDE LA PLAZA DE TOROS QUITO A LAS 8 DE LA MAÑANA.EN ESTA ESTAMOS CONVOCADOS TODOS LOS ESTAMENTOS AFECTADOS. ES AHORA O NUNCA EL MOMENTO DE DEFENDER LO QUE QUEREMOS! TODOS ACUDIR VESTIDOS DE BLANCO.

TAURINOS MAS UNIDOS Y FUERTES QUE NUNCA!!!

SOMOS ECUADOR

martes, 4 de enero de 2011

Consultarán sobre toros


Me opongo a que algo como el prohibir las corridas de toros sea objeto de una consulta popular.

El presidente Correa no debe entrar en ese debate porque no es papel para un gobernante. Algún día a alguien se le ocurrirá que se consulte si nos debemos volver vegetarianos y que se prohíba el consumo de carnes, aves, pescados, y mariscos, porque los pobres animales sufren; y si la mayoría votara a favor, nos obligarían a todos a comer montes, “paisajes”.

Y más tarde otro grupo dirá que como los vegetales también son seres vivos, que se prohíba su consumo, y si gana la mayoría, comeremos piedras.

¡No, señor! Todas esas decisiones, así como las opiniones y prácticas religiosas, la prensa que queremos atender, la educación que queremos para nuestros hijos, son individuales, sagradas de cada persona. Nadie me obliga a ir a corridas de toros, así que con no ir es suficiente.

Adicionalmente, en nuestro Ecuador se asesina a cientos de personas al año y hay otros cientos de miles que viven en la absoluta pobreza, de manera que los esfuerzos del Gobierno y de los grupos sociales deben canalizarse a favor del ser humano.

Julia Espinoza Vélez,
Guayaquil

La desritualización de los toros

Por: Felipe Burbano de Lara


Somos demasiado modernos, fríos y tecnológicos como para valorar la fiesta de los toros. En un mundo que quiere humanizarse convirtiéndonos a todos en protectores de los animales, ser sanos, tener una vida larga, sin colesterol y sin tragos, con perros domesticados hasta el extremo de ni siquiera poder ladrarse en las calles, ¡cómo apreciar los toros! Los críticos de la fiesta se sienten demasiado humanos y sensibles para apreciar un espectáculo sangriento y cruel; combatiendo a los toros, se llenan de humanidad. Son ellos los que hacen esfuerzos sistemáticos por sacar a la fiesta de su compleja y rica ritualidad, con una simbología que se remonta siglos atrás: desde el traje de luces, los picadores, las banderillas, hasta los pases profundos y largos, la muerte y el arrastre. Todo ese espectáculo se vuelve un lenguaje indescifrable para los seres unidimensionales de nuestra modernidad.

El toro siempre me pareció un animal maravilloso por la presencia que impone; capaz de levantar un caballo con la sola fuerza de su cuello, romper una barrera en un arranque vertiginoso o empujar el peto mientras le clavan una puya profunda hasta tumbar al picador. Toros de 400 y 500 kilos, enormes. Pocos momentos tan impresionantes como verlos saltar al ruedo para mostrar su presencia y su bravura.

El ritual tiene una dimensión simbólica que consiste en anular lo que vemos; un lenguaje que nos lleva a mirar la realidad no desde su literalidad, sino desde los dramas que representa y configura. El ritual no disimula los dramas de la vida, sus fuertes emociones y sentimientos, más bien, los expresa. Gracias a la alquimia que produce, no se mira la sangre del toro como sangre dolorosa ni castigo inhumano, sino como parte del drama de la vida y la muerte. Cuando se le despoja de su ritualidad, entonces aparece un espectáculo macabro, sangriento, cruel, de humanos salvajes.

¿Cómo apreciar esta fiesta en un mundo de comida light, perfumado, de búsqueda de la vida eterna gracias a elixires y tecnologías del cuerpo y que aspira solo a comer lechugas? Solo desde las antípodas de las fiestas de Pamplona, en donde los mozos corretean a los toros en las calles y mueren corneados o pisoteados, en donde la fiesta invita a celebrar con euforia la vida, a cantarla, a festejar el estar vivos, a desafiar siempre a la muerte para celebrar la vida, se puede combatir a los toros. En un mundo que quiere ser transparente, que desritualiza la vida hasta el extremo de hacerle perder su drama, los toros son imposibles de entender.

La continuación de los toros dependerá de una capacidad quijotesca de imaginar y ritualizar el mundo, la fiesta y la vida frente a lo irremediable de la sangre. Si no se arriesga, ¡cómo celebrar la vida! Arriesgar con serenidad cuando se tiene todo el peligro por delante, con la sangre mostrándose, dolor y fuerza, sin mover los pies, quieto.

Pero allí están esos extraños seres oponiéndose a la fiesta desde un convencimiento más que cuestionable: considerarse a sí mismos como los verdaderos humanos. ¡Olé!


lunes, 3 de enero de 2011

Vargas Llosa y la montera de Curro / Por Antonio Burgos



Vargas Llosa y la montera de Curro

- La montera de un académico de Bellas Artes de Sevilla, del Toreo como Bella Arte, ante la Academia sueca -


Por Antonio Burgos

Cuando uno de mis amigos aficionados a los toros supo que me habían invitado a dar el pregón de la Feria de Sevilla, exclamó: “¡Pero eso es más importante que ganar el Premio Nobel!”». Así se abría de capa Mario Vargas Llosa en el tercio de sombra del teatro Lope de Vega, cuando el 23 de abril del año 2000 comenzaba el XVIII Pregón Taurino de Sevilla. Me imagino que ese mismo amigo aficionado, no sé si de la limeña plaza del Acho o de la sevillana del Arenal, cuando supo que le habían dado el Nobel, exclamó: «¡Pero eso es casi tan importante como el pregón taurino!».

Importancia por importancia, del mismo modo que Vargas Llosa llevó el Nobel al pregón sevillano, ha llevado la verdad del toreo a su discurso ante la Academia Sueca. El discurso de la belleza de las cosas. ¿No se habla tanto de los silencios de la plaza de Sevilla? Pues cuando Mario Vargas Llosa se abrió de capa en el tercio de sombra de Estocolmo, se escuchaba ese silencio. Vargas, que tiene paladar como aficionado antiguo, desde que su abuelo Pedro lo llevaba a la plaza de Cochabamba, quiso que en su discurso del Nobel se escuchara el silencio de Sevilla. Y se llevó a la Academia Sueca el silencio torero en forma de montera: la montera de Curro Romero. ¿Cuántos silencios de Sevilla ha escuchado la montera de Curro en la esperanza del paseíllo, en las muñecas bajas de una verónica, o luego en el callejón, tras pedir la venia al usía, amorosamente guardada por Gonzalito el mozo de espadas, cuando su muleta detenía el tiempo? Vargas Llosa se llevó a Estocolmo los silencios flamencos de la montera de Curro: «¡Vamos a escuchar!». La montera de las moritas. Una montera con historia. Con coplas. Es la montera del que fue su suegro, Antonio Márquez. Aquel Belmonte Rubio por cuyo amor llevó Concha Piquer anillo sin fecha por dentro. Como Vargas ayer, yo he tenido en mis manos esa montera, y he palpado que en sus rizos como de testuz del toro de Gerión se ha depositado a lo largo de los años mucho arte, mucho tiempo detenido por las muñecas de un capote, mucho aroma de una ramita de romero. Mucha armonía. La armonía del Arte de la Tauromaquia.

La montera de Curro tenía que haber estado en el atril del Nobel cuando Vargas hacía el paseíllo en su alternativa con la eternidad de la Literatura. Vargas, ¡qué nombre más torero! Vargas, como Salomón Vargas, aquella escultura gitana de Martínez Montañés de la que Curro aprendió la perfección del capote. Vargas, como aquel Ramón Soto Vargas cuya sangre llenó de muerte la plaza de los silencios, un día de agosto. Vargas, como la Venta de La Isla donde cantaba Camarón mientras le hacían compás los grillos de los esteros. Este Vargas tan torero cumplió el sueño de la peña taurina Los Suecos de Estocolmo, la de Lars Swärd, el compadre de Curro. La montera que Curro nunca le emprestó a su compadre para que se la enseñara a los socios de la peña mientras veían una vez más el vídeo de lo de Antequera, o lo de Almería, o lo de Sevilla, la plantó Vargas Llosa en la Academia Sueca. La montera de un excelentísimo señor académico de Bellas Artes de Sevilla, del Toreo como Bella Arte, ante la Academia sueca. Y como el Nobel y el pregón, total, vienen a ser lo mismo, la montera estaba repitiendo con su silencio las palabras que dijo Vargas cuando el Nobel, digo, cuando el pregón: «Entre todas las artes, acaso la más difícil de explicar racionalmente sean las corridas de toros, una fiesta que conquista las emociones y sensaciones, esa facultad de percibir lo inefable, lo innominado, que fraguan la sensibilidad y la intuición, exactamente como ocurre con la poesía o la música».