miércoles, 28 de enero de 2009

Somos Ecuador. En defensa de la fiesta en año electoral


Por: David Izurieta (detorosenlibertad.com)

Pedro Abad-Schuster en su último artículo para este portal dio un panorama claro del contexto que vive la Fiesta Brava en Ecuador y Perú. La motivación para escribir, más cercanamente, acerca de la Fiesta en Ecuador viene dada por ser este 2009 un año particularmente delicado para el país, puesto que en abril se darán elecciones generales.

Bajo la coyuntura electorera la Fiesta todavía no ha sido tocada de forma directa por la mano de los políticos. Seguramente los candidatos a las distintas dignidades se dan cuenta de la fuerza popular que las corridas de toros tienen, no solo en Quito con su feria de diciembre, sino a lo largo y ancho del territorio ecuatoriano.

Dos ejemplos muy claros. El primero referente a Mocha, localidad de la serranía central que celebra una mini-feria de dos o tres festejos al año. Ahí no hay ganaderías de mayor renombre ni toreros extranjeros de primera línea. Lo que si hay es un público superior a las 20,000 personas, cantidad muy superior a la capacidad del estadio donde se arma la plaza portátil, teniendo los asistentes que presenciar las corridas y novilladas desde cerros cercanos a la misma. A Mocha “peregrinan” aficionados de todo el centro del país, convirtiendo a esta mini-feria en todo un acontecimiento de autentico sentir popular. El segundo, también referente al campo estadístico, tiene que ver con la asistencia que registra la Feria de Quito “Jesús del Gran Poder”. La denominada “Mejor Feria de América” registra nueve días de lleno en los tendidos. Esto significa una asistencia acumulada de aproximadamente 140,000 personas, cifra que relacionándola con “el deporte rey”, el fútbol, solo es patrimonio de la selección nacional y de un par de equipos de primera división. Este importante movimiento de gente, además de generar un sinnúmero de actividades comerciales y de contribuir fuertemente en el tema impuestos, debe ser visto -especialmente por los políticos- como una fuerza de cierto poder en las urnas.

Desde hace algún tiempo la Fiesta viene siendo atacada, concretamente desde sectores “ecologistas” y anti-españoles. Este ataque sordo, ciego y violento se da, curiosamente, únicamente en Quito y Guayaquil, descubriendo así su claro carácter publicitario y su falta de argumentos reales, pues los festejos taurinos se dan durante todo el año en Costa, Sierra y Amazonía del Ecuador. La pasada Feria de Quito se vio amenazada por dos prohibiciones gubernamentales, respecto a la entrada de menores de edad a los festejos taurinos y a la censura que cayó sobre las transmisiones de radio y televisión. La primera amenaza fue “lidiada y despachada” con éxito, mientras que todavía seguimos lidiando con la “mansa y descastada” censura mediática. Seguramente quienes promueven estas inconstitucionales e hipócritas acciones consideran erróneamente que los festejos taurinos son un espectáculo de minoría. Alguien me mostró alguna vez una foto donde media docena de personas protestaban airadamente contra las corridas en los exteriores de la plaza de Iñaquito, justo en el momento en que miles de personas salían de la plaza después de presenciar una corrida de feria. La imagen impacta por lo rotundo de la diferencia visual y además por la evidente contraposición de sentidos. En diciembre las Fiestas capitalinas giran alrededor de la Feria de Quito, desde que el visitante “se baja del avión”. Pero como esto no alcanza por si solo, los aficionados ecuatorianos ya hemos puesto manos a la obra.

Pedro se refirió a Somos Ecuador, un colectivo que ha logrado agrupar a todos los estamentos de la Fiesta ecuatoriana desde hace un par de años y que ha venido realizando una importante labor en defensa de la Fiesta. Desde artículos referentes a cultura taurina, pasando por la defensa de la Fiesta en la Asamblea Constituyente, hasta tertulias y conversatorios de análisis respecto a diversos temas de interés para la Fiesta. Según sus mentalizadores, Somos Ecuador es una organización horizontal, es decir que no tiene una jerarquización clásica. En ella confluyen empresarios, ganaderos, aficionados, periodistas, toreros, peñistas y demás personas relacionadas con el mundo taurino y lo hacen sin jerarquías pre-establecidas, sin cabezas figurativas, sin invitaciones personales ni formales. Este quizá sea el mayor merito de Somos Ecuador y la principal razón de su éxito: el abrir el espectro del mundo taurino más allá del hermetismo de las peñas y de las distintas agremiaciones “clásicas” del Mundo de los Toros, para acercarla al aficionado común. Por ejemplo, este 4 de abril nos iremos “de herradero” a la ganadería de Santa Coloma, en un acercamiento sin precedentes a una de las faenas camperas más importantes dentro de la crianza del toro bravo.

Quedan muchos temas dentro del contexto de la Fiesta Brava ecuatoriana. Los festejos, las ganaderías y los toreros. A manera de avance valga comunicar que Quito también tendrá su corrida del Domingo de Resurrección. Será un mano a mano, goyesco, entre Juan Francisco Hinojosa y Martín Campuzano, dos de los matadores más jóvenes y prometedores del Ecuador, quienes lidiarán toros de Triana y del Pilar en la Plaza Belmonte de la capital ecuatoriana. Sobre este y otros temas de interés esperamos seguir comentando en el futuro.

* foto (flickr.com/Manon)

domingo, 18 de enero de 2009

MI CUARTO A ESPADAS/ Agustín de Foxá


POR AGUSTíN DE FoxÁ

ABC, Madrid, 21 de Abril 1957

Los toros, como son un espectáculo tan imprevisto, tan maravillosamente absurdo, en un mundo racionalista de mataderos y frigoríficos, suscitan los más extraños comentarios de los niños y de los extranjeros, que son un poco niños por su ingenuidad y su asombro ante otras costumbres; como también los niños son un poco extranjeros, algo recién llegados, aun a su propia tierra.

Me contaron que una niña francesa, en las arenas de Nimes -buen enlace con el circo romano-, feminizando al toro y al torero y con una visión modisteril del traje oro y seda, del vuelo de la capa, y no comprendiendo la embestida, le dijo a su madre:

- La vaca quiere comerse la falda de la señora.

En Méjico, donde venden a la entrada de la plaza banderillas, estoques y pequeños trajes de torero, vi a los turistas americanos contemplando al ruedo a través de su "cine" de aficionados y leyendo un pequeño libro titulado Toros sin lágrimas, con el cual calmaban sus escrúpulos de miembros de la Sociedad Protectora de Animales.

Una señora alemana, racionalista, kantiana, le explicaba a otra compatriota que le preguntaba qué eran las picas. (Y no sabía la verdad de la definición).

-La pica -dijo- es una lanza con la que se mata al toro.

Me hablaron de un moro, que hace años asistía a una corrida en la plaza de Melilla, cómo le explicaba a un compañero, neófito, el cambio de los picadores por los peones de brega:

-Ahora -comentaba- se va la caballería y viene la infantería; luego saldrá uno con una bandera (la muleta).

Era la concepción de los toros de un sargento de Regulares.

Un inglés, en Algeciras, con un sentido deportivo y circense, al presenciar la estocada mortal tras una florida faena de muleta, reflexionó en voz alta: .

¡Qué lástima!; lo mata ahora cuando lo había domesticado.

Rimaba su visión con aquel grabado inglés en el cual un toro al galope embestía, sobre un césped de hipódromo, a un torero que llevaba un látigo en la mano.

Y cuando a Fleming le hablaron de los toreros a los cuales había salvado su penicilina, preguntó, con resabio darwinista y de evolución de las especies:

-¿Y a cuántos toros?

En la temporada pasada escuché a una niña española, que ante la monotonía de pelo y trapío de los toros que se sucedían, preguntó a su madre:

-¿Es otro toro, o el mismo que ha resucitado?

Únicamente una niña española, metafísica, es capaz de esta duda, acostumbrada por su sangre a pasearse tranquilamente entre el más acá y el más allá con la más completa naturalidad. La esencia del toreo, su mecanismo -con permiso de mi admirado amigo José María de Cossío-, creo que la descubrió Don Tancredo vestido la estatua del comendador. Porque el toro prefiere la tela muerta, pero que se mueve, al cuerpo vivo, si está quieto. Como herbívoro que es, no tiene y olfato para la carne.

La emoción de los toros la formuló don Luis Mazzantini cuando increpó a un célebre actor, especializando en agonías en el tercer acto, y que le da acuciaba con gritos para que se "arrimase" más.

- Baje usted, Don Emilio que aquí se muere de veras.

La crueldad de los toros se salva por el sol; un puyazo en una tarde de tormenta o una estocada en corrida nocturna bajo la luz de la luna son un crimen. También lo es el toreo cómico. Porque la Muerte es tan seria, aún tratándose de un animal, que no se puede abrir un paraguas o jugar a la baraja ante la agonía de un becerro.

Los toros son tan importantes rozan tanto a la Muerte y al Misterio, que un Papa los excomulgó, interviniendo un Rey; y otro Papa levantó el entredicho.

Como todo arte los toros son desinteresados; no hay apuestas ni quinielas. Todavía un ser -aunque sea una pobre bestia-, con corazón, con sangre, con fatigas, es más importante que un poco de cuero esférico inflado por el aire.

En Norteamérica, se alza un monumento a una vaca que dio, en tres ordeños, una fabulosa cantidad de litros de leche. El valenciano Mariano Benlliure se hubiera asombrado de esto; él, que modeló en bronce a un toro, titulando a su escultura "La estocada de la tarde”. Y en todas las tabernas y colmados hay una cabeza disecada con el sol y el bullicio de un lejano domingo. La primera postura es científica, útil y puericultora; la segunda, inútil pero estética. Pero también el hombre posee una extraña sed que hay que calmar con emoción y con belleza.

Quienes acuden por las mañanas a los sorteos de los toros visitan el patio de caballos, el Museo Taurino y la enfermería con su olor a éter que es el perfume que se echa la Muerte en su pañuelo- y después de la corrida van a ver a los toros con los cuernos cortados a hachazos, desollados, colgados de poleas con olor morado de jamón, convertidos en piezas de matadero, imitan a los espectadores de teatro que visitan a los actores después de la muerte en el tercer acto o contemplan la comedia entre bastidores. Destruyen la gran magia prehistórica del toreo; van a la mansa sangre bajo los zuecos de los carniceros cuando se ha evaporado ya la carísima y misteriosa marea de la bravura.

No hay proyección cinematográfica más dramática que esa sombra almenada de afilados cuernos del toro, sobre el rojo con sol, de una muleta. Y un gran film sería colocar la cámara en los ojos del toro -que no sabe que hay un toro en la plaza- y contemplar su asombro al ver el abanico de huidas, los quiebros, los engaños, el salto a la barrera, las actitudes disparatadas. Sería como si se filmara al Miedo, químicamente puro.

Si se suprimieran los toros, el flamenco se vería seriamente afectado.
Porque en el tablao se baila y se quiebra -el toreo es brazos y cintura- ante un toro que no existe; y el bailarín levanta los brazos armados de invisibles banderillas.

El toreo no es un matadero ni un circo de animales amaestrados. No es teatro, puesto que se muere de veras. Ni deporte, ya que se puede ser raquítico y torpe -Belmonte no tenía piernas- y torear maravillosamente. El único músculo importante en el toreo es el corazón.

El toreo no es combate como dicen los franceses del Norte, y los anglosajones con su célebre "bull-fighting" (lucha con toros) puesto que se oponen a la fiereza bruta, gracia, viento, engaño, percal, quiebros y leves armaduras de seda y lentejuelas.

El toreo es danza. Un “Baller” con la oscura música de fondo de la Muerte.


domingo, 11 de enero de 2009


"Una corrida de toros va más allá del espectáculo emocionante o la mera diversión, porque en ella sea únan la bravura, el poder y la casta de uno de los ejemplares más nobles y bellos de la Creación, como es el toro; y el talento, la destreza y la valentía de unos hombres (también de algunas mujeres), gente corriente pero distinta, que arriesga su vida con ilusión, covación y entrega para conquistar la fama y el prestigio y triunfar en una de las actividades humanas más difíciles y duras que existen. El mundo del toro es un arcano, con su miestrio efímero y permanente a la vez de tragedia y gloria."


María Mérida, La torería

jueves, 8 de enero de 2009

"...quien no quiere ir, que no vaya. Y punto."


"Crecí frente a la Monumental de Barcelona. Mis padres me llevaban a ver los toros. Cuando fui adolecscente, cambié los toros por las chicas (lógico, ¿no?) y dejé de ir. El año pasado, mi buen amigo Óscar Manresa me invitó a ver a José Tomás. Impresionante. No se puede decir nada. La Fiesta representa el sentir de una tradición que forma parte del imaginario popular. Si no te gusta, no vayas. Si tuviéramos que plantearnos la prohibición de la matanza del cerdo, que es lo más bestia que he visto en vida, o el volvernos todos vegetarianos, no pararíamos de echarnos la mierda a la cara. Así que quién no quiera ir, que no vaya. Y punto"


Loquillo, músico (Encuentro digital con usuarios de elmundo.es)