lunes, 5 de julio de 2010
La Asociación de Toreros Aficionados otra vez en acción
Por: Raúl Aramburú Tizón - Perú
La tradición continúa. Y como ya se vislumbra en el horizonte una nueva incursión de los toreros aficionados peruanos en Tambo Mulaló (Ecuador), donde el año pasado triunfaron sin atenuantes, la actividad de la ATA se acentúa. Y prolifera la captación y recolección de ganado para satisfacer la hambruna torera de todos sus miembros.
Fue el sábado. Y mientras iban llegando los amigos al fundo La Esperanza, actual cenáculo de la Ata y refugio de las ansias de los más jóvenes y los recuerdos – que nos queda – de los más viejos, recorría el cuartito de las remembranzas que con tanto cariño han poblado los nuevos miembros de fotos, carteles y artículos (antiguos y más recientes) – nuestros hijos y sus amigos; y luego, Dios quiera, nuestros nietos y los suyos – y no podía evitar una intensa ola de recuerdos gratos, imágenes que refrescan la memoria con momentos de máximo compañerismo en el detalle, en el momento instantáneo y las circunstancias que refleja cada una de las imágenes ahí colgadas.
Los de La Legua, jovencísimos, en Huando; la plaza de Villa, la de los hermanos Matellini, entrañables en el recuerdo; las encerronas en El Polo con tantas caras conocidas en los tendidos circundantes y que hoy ya peinan canas, los paseíllos en Acho (y la angustia reflejada en las caras de los actuantes, a la vez desafiantes y asustadas); los más recientes lances en la recién estrenada placita del fundo; el objetivo logrado al ver a Rafael, de luces, con el Escapulario; la celebración reciente de la refundación de la cofradía, los detalles cómicos con “espantàs” y todo…. y tantísimos recuerdos de vidas enteras, con algunos de los amigos aún presentes y otros en la memoria de la amistad sincera, y con hasta tres generaciones enteras dedicadas a rendir culto a lo que más queremos: la fiesta de los toros.
Y que sean muchas más. Si he de decirles la verdad, se me encogió el corazón y alguna lágrima apareció, furtiva, inesperada e irremediable.
Luego fueron llegando, uno a uno, los amigos y sus familiares, con muchas caras de estreno que representan la nueva savia, tan necesaria, futura heredera de tanto amor por nuestra fiesta. Se formaron los corrillos, se hablò de toros hasta hartarnos, de los últimos acontecimientos, de la feria que ya se viene con Tomás o sin Tomás, y, un poco entre voces, de la presencia del “enemigo” de esa tarde desembarcándose en esos precisos instantes en los chiqueros de la plaza. Ni la seriedad de las vacas, algunas con leña para regalar y repartir, amenguó el entusiasmo, la camaradería y la risa.
¡Como se ha toreado ese día! Todos tuvimos oportunidad de pegar algún lance o algún muletazo – los animales colaboraron – y no faltaron las volteretas que le dan sal al asunto. Tuve la enorme satisfacción – permítaseme la licencia – de alternar por primera vez con mis tres hijos y a la vista de mis nietos. Lo mismo le pasó a los Bullard – que son un batallón – y todos torearon. Y Araníbar con su hijo, y Quique Sifuentes, infaltable pilar de estas celebraciones, y Alfredo Ramírez, y Eduardo Chaman, y Pablo Gómez, y Jaimito Tavera….y tantos otros que irremediablemente quedan en el tintero, sino no alcanzaría la nota.
La verdad sea dicha, lo pasamos en grande. Por la oportunidad aprovechada al máximo, por la seguridad que dan tantos aficionados nuevos y que, como comentaba con Alfredo, nos dejan un poco la sensación de la labor cumplida.
La ATA está de vuelta. Congratulémonos.
Raúl Aramburú Tizón
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