Texto: Arturo del Toro
Fotomontaje: Mitaurored
La casta que ha tenido España para ganar este mundial de Sudáfrica ha sido brava, ha tenido que sacar lo mejor del toro bravo para poder llevarlo a cabo.
España ha tenido en sus jugadores todos los encastes del toro desde el de Santa Coloma hasta el de Parladé. Pero nada es casualidad, para conseguir este resultado antes se ha tenido que seleccionar, como en los tentaderos, dejando los animales de más nota y en este caso buscando lo mejor de cada equipo.
Empecemos por la portería, hemos sido capaces de aguantar un puyazo duro como el del primer partido, y seguir arrancándonos de largo como los antiguos Veraguas. En defensa hemos tenido Atanasios, empezaron en el primer partido algo abantos para luego centrarse y luchar como los más bravos. En los centrocampistas ha habido dos encastes, hemos tenido Albaserradas duros y tobilleros para no regalar ningún pase, el otro, el Parladé, con esa calidad y bondad para poder crear. Por las bandas el Núñez, con ese tranco de más, siendo capaz de traer locos a cualquiera, envistiendo entregados una y otra vez. En la delantera, sin ninguna duda, Santacolomas, de corazón caliente entregados desde el minuto uno al noventa sin parar, con esa movilidad tan molesta para algunos pero tan beneficiosa cuando salen las cosas bien.
Esta selección ha sido dirigida por un Morube, envistiendo a su altura, sin parecer nunca entregado pero con mucha nobleza, pudiendo confiar en él.
Las reservas han sido como esos encastes apartados, olvidados o sacados de tipo, pero tan buenos y necesarios como el resto, o no han visto Carriquiris, Urquijos, Contreras, Vazqueños o Villamartas deseando salir a embestir.
Pues lo dicho, que esta España ha sido campeona gracias a las virtudes de nuestros encastes, derrochando casta, nobleza, bravura, calidad y transmisión, si no se lo creen que le pregunten a nuestros rivales lo difícil que es torear.
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