viernes, 7 de mayo de 2010

La Corrida como espectáculo (Francis Wolff)

Razón 26: La mayor emoción en la plaza: la admiración
¿Cuál es la principal y más grande emoción que un aficionado siente, como otros muchos espectadores ocasionales, en una plaza de toros? No es un gozo perverso o maligno, sino una emoción inmediata, tan carnal como intelectual, que se llama admiración. Admiración antes que nada hacia la bravura del toro: por su poder, por su incesante combatividad, a pesar de las heridas y por sus repetidas acometidas, a pesar de sus fracasos. Y admiración también hacia el valor del hombre, por su audacia, su coraje, su sangre fría, su calma, y su inteligencia en relación con el adversario. ¡Sí! Vamos a la plaza, por encima de todo, a admirar. Es el más sano y más delicioso de los placeres.

Razón 27: ``La Corrida de toros genera violencia´´
Es una idea simplista. Bajo el pretexto de la existencia de violencia en la lidia, se generaría violencia automáticamente. Insisto: se trata de una violencia estilizada y ritualizada, es decir, sublimada y canalizada y por tanto no de una violencia caótica, absurda, desenfrenada, sin fe ni ley…, con la que a veces la realidad (o su representación) nos conforma. Por eso no se ha visto nunca a ningún espectador que se haya vuelto violento o agresivo hacia los hombres o los animales después de haber visto una o cien corridas de toros. Rara vez se han registrado actos de violencia cometidos por los espectadores durante o después de una corrida. El fútbol es seguramente un deporte menos violento que el rugby, pero todo el mundo sabe que la violencia en los estadios de fútbol es mucho más habitual y desenfrenado que la que se produce en los estadios de rugby y por supuesto superior a la de las plazas de toros. El público que asiste a una corrida es a menudo gente cultivada ye educada, que manifiesta de manera muy pacífica sus emociones, e incluso la más fuertes e indignadas, cuando el espectáculo no corresponde a sus expectativas.
En realidad, si hubiera que considerar la fiesta de los toros como una ``escuela´´ de algo, ésta sería del respeto. Por el rito y su sentido; por la animalidad y la manera como se expresa; y por la humanidad que triunfa y la manera como la consigue.

Razón 28: ``¿Son las corridas de toros un espectáculo traumatizante para los niños?´´
Cualquier cosa puede traumatizar a un niño. Especialmente la violencia muda, ciega y absurda, a la que no se le puede dar ningún sentido ni razón. Lo que puede contribuir al trauma es el silencio. Un niño puede soportar o no el espectáculo de la corrida de toros ni más ni menos que un adulto. El niño puede aprender y comprender, igual que lo que puede hacer un adulto. Puede rápidamente percibir la diferencia entre el hombre y el animal, y sobre todo, entre el animal admirado y temido como el toro, y el animal afectuoso y querido como su perro o gato. Y la corrida de toros puede ser la ocasión para que los padres den explicaciones sobre los signos del ritual (hecho al que los niños son especialmente sensibles), dialoguen con ellos sobre la vida y la muerte, y también ofrezcan las explicaciones pertinentes sobre el comportamiento animal y el arte humano. La corrida de toros, por sí misma, no es ni ``traumatizante´´ ni ``educativa´´. Lo que puede contribuir a traumatizar a los niños es el miedo de os padres a traumatizarlos. Al contrario, es el deseo de los padres de compartir sus alegrías y hacer comprender a los niños un espectáculo tan singular, lo que puede resultar educativo.

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