Texto: Francis Wolff
Razón 46: ¿Hasta dónde irá la ``liberación animal´´?
La modernidad ha conllevado una incontestable degradación de las condiciones de cría de algunos animales destinados al consumo humano (especialmente cerdos, terneras y polos) considerándolos puras mercancías. La toma de conciencia de ese fenómeno ha acabado por conmover de manera perfectamente legítima a las poblaciones occidentales, las cuales – por otra parte – no tienen una idea clara del precio que tendrían que pagar por un eventual retorno a una cría más extensiva o más respetuosa con las condiciones de la vida de las bestias.
A la misma vez, las mentalidades cambian: el crecimiento de la urbanización ha hecho perder a los habitantes de las sociedades industriales cualquier contacto con la naturaleza salvaje. Las personas han olvidado la ancestral lucha contra las especies dañinas (pensemos en los lobos que diezmaban rebaños o las ratas transmisoras de la peste) e ignoran la que continúan librando otros hombres en otros lugares (las langostas que destrozan las cosechas africanas, o incluso los perros asilvestrados que infestan multitud de ciudades del tercer mundo).
El animal ha dejado de ser, en el imaginario occidental contemporáneo, lo que era en el imaginario clásico: de bestia terrorífica o animal de labor o víctima o mascota.
De ahí la elaboración del mito por la civilización industrial: el de una ``naturaleza´´ pacificada (paraíso perdido donde los animales son libres) y el del Hombre, con mayúscula, representando el Mal, verdugo del Animal con mayúscula, víctima inocente. Esto permite poner a todos los animales en el mismo saco: el gato y el ratón, el lobo y la oveja, el perro y la pulga, el toro de lidia y el animal de compañía. Este fantasma alimenta los ideales de la ``liberación animal´´.
Se comprende entonces por qué la ideología animalista elige como blanco la fiesta de los toros. No es porque sea más ``cruel´´ objetivamente que todas las formas de explosión animal (se sabe perfectamente que no), ni porque contraríe más la naturaleza de los animales que las demás formas conocidas de domesticación (hemos visto que no), sino porque contradice la imagen aséptica y edulcorada que se tiene actualmente del mundo animal (¿una bestia que combate y puede matar?) ¡Inimaginable!) y que parece ser la imagen de la relación del Hombre con su víctima. ¡Y puesto que habría que ``liberar´´ a todas las víctimas, es por lo que se debe comenzar por esos pobres toros de lidia! Tocamos de nuevo con lo irracional.
Y mañana, ¿cuál será la nueva imagen de víctima animal que ya no podrán soportar? ¿Habría que ``liberar´´ todos los animales que el hombre ha domesticado desde hace 11000 años tal y como lo reclaman ya hoy los teóricos radicales del animalismo en Estados Unidos? ¿Habrá que soltar los cerrojos para liberar a los conejos, y que se apañen Australia y su ecosistema que estuvieron a punto de perecer bajo el peso de su invasión? ¿Habrá que liberar a los visones, como recientemente se ha hecho en Dordogne, sin preocuparse de la catástrofe ecológica que provocaron? ¿Habrá que liberar a las ovejas del hombre y libera también a los lobos sin preocuparnos de las ovejas, y liberar también a los osos sin preocuparnos de los agricultores de los Pirineos y sus rebaños (y que ellos también pueden liberarse de los osos, si les apetece)? ¿Hasta dónde nos llevará está locura ``liberacionista´´? Hasta el punto de que, tomando conciencia de que la mayor parte de las variedades, razas y especies animales (como el toro de lidia) sólo deben su supervivencia a la relación con el hombre, y que, una vez ``liberadas´´, no podrían volver al estado salvaje sin ser inmediatamente condenadas a la muerte, habríamos de tomar, como única medida ``liberatoria´´ eficaz, la castración y esterilización de todos los animales domésticos d la tierra que nos aseguraría que jamás habrá animales sometidos a los hombres.
Es esto lo que preconiza el pensador americano Gary Francione, que se atreve a llevar la lógica de la ``liberación animal´´ hasta este punto. ¿Es absurdo? Es, cuanto menos, insensato. Sin embargo es absolutamente coherente. De hecho es el único tipo de medida que se deduce racionalmente del principio mismo de la ``liberación animal´´, eslogan tan ingenuo como irresponsable.
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