lunes, 28 de diciembre de 2009

¿Quién dijo que en París no?


Jueves, 24 de Diciembre del 2009 IMéxico, D.F.
Por: Candice Mautaint I Foto: Archivo
Tomado de: Mundotoro.com

¿Quién no ha oído hablar de su maravillosa arqu itectura, de su incomparable modo de vida y sobre todo de su romanticismo? Miren a donde miren, los enamorados encuentran una y otra excusa para demostrarse su amor y su pasión.
Pero no crean que es una ciudad donde sólo existe esa magia del
amor: también existe una pasión por los toros, unos enamorados a esta hermosa Fiesta que son además personas que traen a cuestas el mal de montera y promueven este espectáculo en esta capital gala, al no tener un acceso permanente a la tauromaquia.
¿Quién podría imaginarse que en ese lugar preciso del planeta, al muy norte de Francia, lejos de la cultura taurina, reside un grupito de grandes aficionados?
Pues bien, créanlo. París cuenta con numerosos seguidores de la Fiesta Brava; algunos son simples aficionados, otros son prácticos, otros también son familiares de toreros o escritores y period istas taurino. Pero con un buen gusto todos contribuyen a la difusión y a la consolidación de nuestra gran fiesta.

Aquí, en la capital gala, el monumento más antiguo data del siglo primero de nuestra era. Se trata de un anfiteatro que podía acoger hasta 17.000 personas: el "Coso de Lutecia" (antiguo nombre de París ) Tenían lugar combates entre gladiadores y otros con animales, entre ellos, toros. Hoy en día, y desde 1833, el coso fue declarado patrimonio histórico de la ciudad gracias al mayor escritor y poeta francés de entonces, Víctor Huqo, Pero lo más sorprendente es que, no hace tanto tiempo, apenas más de cien años, hubo una serie de corridas aquí , en París. Con la influencia española en el territorio galo y con motivo de la espectacular Exposición Universal de 1889 en París , se construyó una primera plaza de toros de madera, en los actuales jardines del Trocadero, para una temporada de seis semanas.
Con una capacidad de 14.000 espectadores, fue la única plaza, en esa época, donde un toro recibió la muerte, por Juan Ruiz Lagartijo, el 4 de j ulio de 1889. Su pasión y afición eran tales que el matador, tras brindarle su segundo astado a la reina Isabel 11 , decidió ir en contra de las leyes protectoras de animales de ese entonces, y realizar una faena completa, acabada por la muerte del bure l. Tras ese acontecimiento, la plaza fue cerrada durante varias semanas, antes de reabrir sus puertas al público, con la seguridad de que las leyes sean respetadas en su integralidad.

Ese mismo año se construyó otro coso en una cercanía de París, la "Plaza de la Calle Pergolése", pudiendo acoger hasta 22.000 personas.
En ésta, alterna ron José del Campo cara-Ancha, Rafael Molina Lagartijo, Salvador Sánchez Frascuelo, Rafael Guerra Guerri!a y Luis Mazzanlini, Previsto para cuatro años de función, después de una "temporada"
exitosa de 41 corridas, el coso ve su popularidad decrecer, sobre todo en el año 1892 y 1893, fecha en la que se cierran sus puertas definitivamente.
La afición a los toros en París se oficializa con la creación, en 1899, del primer círculo taurino: "El Toro", después de la disolución de éste en, 1930, nace el "Burladero", cuyos miembros destacan en la sociedad intelectual de París: Claude Popelin (cuyo premio es entregado al mejor lidiador de la temporada francesa cada año desde 1982), Michel Leiris, Paco Tolosa.
Una vez más, por causa de un contexto internacional muy agitado, se cierra la peña en 1939, pero un puñado de apasionados a esta peculiar tradición, fundan el "Club Taurino de París", quién en este año está celebrando sus 62 años de existencia.
Actualmente contamos con cuatro agrupaciones taurinas: la más antigua, el Club Taurino de París (1947), La Querencia (1986), Culturafición (1998), y el más reciente, el Ruedo Newton (20 de octubre de 2009). Cada cual tiene un programa muy diverso pues las reuniones consisten en debates, en toreo de salón , en recoger testimonios de los unos y los otros.

El club que mejor conozco es el "Club Taurino de París". Desde que tuve conocimiento de su existencia, fue ron invitadas personalidades importantes del mundo del toreo, tales como El Juli, Enrique Ponce, Christina Sánchez, don Victorino Martín, don Eduardo Míura, José Carlos Arévalo, entre muchos otros. Aparte de su antigüedad, tiene una ventaja particular. los animadores de las reuniones son personas de gran valor taurino e intelectual. Los dos de mayor importancia, desde mi punto de vista, son Aracelí Guíllaume·Alonso y Francís Wolff.
Aracelí es profesora de historia española en la Universidad de la Sorbona, es una excelente traductora/interprete y sobre todo tiene una ciencia taurina envidiable. En cuanto a Francis Wolff, es reconocido por el mundo taurino francés y español como gran actor en la defensa de nuestra fiesta gracias a sus acciones y a su visión filosófica de la tauromaquia. Ambos escritores, son miembros del importante "Observatorio de las Culturas Taurinas".
Gracias a ellos, a su voluntad y a la determinación y el militantismo de cada miembro aficionado, este club pudo recibir en el 2007, el premio de la mejor institución taurina, otorgado por la revista 6 Toros 6 y también recibió el premio Vícente Zabala en 2008.
Sí inicialmente la cultura taurina se ubicaba en sur de Francia, ¡sepan señores, que en París hemos extendido la geografía taurina de lo que es la más hermosa de todas las fiestas! Tenemos una falta inmensa de toros, lo que nos convierte en nómadas hambrientos y sedientos de tauromaquia. Unos 300 aficionados por toda la corona parisiense que entienden defender la Fiesta Brava en las cuatro esquinas del planeta, empezando por aquí, por París.

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