jueves, 17 de diciembre de 2009
‘NOTAS PARA UN BRINDIS’
José Javier Villamarín
‘Torear bien es hacer que no se desperdicie nada de la embestida del animal, sino que el torero la absorba y gobierne íntegra’, decía don José Ortega y Gasset (´La Caza y los Toros´, 1962, p. 135).
Un aficionado con grandes aciertos de visión es Hernán Vela Sevilla, ambateño. Escribió en las columnas de EL COMERCIO, y en su libro ‘Cinco años sobre la piel del Toro’, 1994, trasunta sus vivencias como cronista taurino en España. En sus estampas, entrevistas y corridas célebres transmite con nitidez los andares, posturas y gestos toreros. El toreo auténtico, dice, consta de cinco tiempos: ‘parar, templar, cargar la suerte, mandar y rematar’ (p. 92). Recuerda con pasión su especial privanza por los toreros de dinastía, de aquellos originarios de una casa torera. Nos pone a hombros a don Manuel Mejías, el famoso ‘Papa Negro’ y tronco de la saga de los ‘Bienvenidas’.
Entre tantas otras figuras, tampoco quedan fuera de sus conceptos Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, ‘Manolete’, Pedro Martínez, ‘Pedrés’, ni el diestro ecuatoriano Armando Conde, que tan destacada campaña novilleril cumpliera en los ruedos españoles en torno a 1961.
‘La Florencia de América’, Quito, estuvo de fiesta. Y este año, fue distinguida con la compañía de la ‘polifacética personalidad´ de Luis Francisco Esplá, un torero ‘enciclopédico y polivalente’, según apunta el comentarista barcelonés Carlos Abella en su exhaustivo y bien documentado libro ‘De Manolete a José Tomás’, 2008 (p. 363). Junto a él llegó el madrileño José Ignacio Uceda Leal, quien destila un excelente concepto del toreo, una elegancia natural, y un portentoso estilo como estoqueador (p. 582). También hizo el paseíllo, el granadino David Fandila, ‘El Fandi’, quien ha hecho del segundo tercio ‘un espectáculo en sí mismo’ (p. 648). Les acompañó, ‘El Juli: figura de este tiempo’, que a la brevedad cuajó en un superdotado novillero y en sus primeros años de matador de toros ‘en un torero en plena evolución estilística y técnica’ (p. 609).
El ‘ultimo ‘torero de leyenda’ que ha dado la tauromaquia es José Tomás (p. 528). ‘Su capote ha tenido una verónica clásica de manos bajas e inspiración rondeña; su media ha sido natural y sin retorcimientos’. En el toreo de adorno, ha sido un eminente intérprete del trincherazo tanto a una mano –la izquierda- como con la muleta en la mano derecha, iniciando faenas con estatuarios a los que ha sabido imprimir el sello de su personal hieratismo y lucimiento.
En el año 2000, se lleva la estatuilla Jesús del Gran Poder. En 2003 confirma su alternativa en Las Ventas y dos años mas tarde pasa por la Monumental de Barcelona. Durante las últimas temporadas, ha pisado, con frecuencia, los ruedos españoles, habiendo llegado a sumar un importante número de festejos, mientras que sus triunfos en los cosos nacionales han sido recurrentes. Me refiero al coleta ecuatoriano, Guillermo Albán, uno de los toreros más representativos entre nosotros.
Son más quienes nos acompañaron y ‘torearon bien’, pero quisiera extenderme un poco para dedicar un par de líneas al diestro Luis Francisco Esplá. Se ha despedido de Quito, y vestido de luces, ha hecho de esta ‘actividad felicitaria’, durante su largo paso por la arena, un espectáculo global, que se ha iniciado en el paseíllo y ha culminado con toda una gama de recursos estéticos con los que ha sabido adornar sus faenas.
Carlos Abella, define al alicantino como un ‘lidiador a la antigua’. Rememora su paso por la Maestranza, en cuyo ruedo, en 1983, cortó su primera oreja a un toro de don Fermín Bohórquez, mereciendo su actuación este comentario:
‘Tarde muy entonada -sin abuso de saltos ni brincos- de Luis Francisco Esplá, que esta vez le cortó una oreja al cuarto no solo se lució con los rehiletes’ (Filiberto Mira).
El ‘torero de Madrid’ ha destacado en banderillas y ha demostrado solvencia con las telas. Su concepción del toreo, desde hace mucho, ha sumado voluntades. Su personalidad y su elegante torería, ha hecho de este arte mucho más que pegar pases al toro.
Cierro estas ‘notas para un brindis’, con Francisco Villaespesa: ‘Y cuando las cuadrillas/riman su paso/al son de un pasodoble, /vivo y sonoro, /alegre como el vino de Andalucía, /cada traje es un iris de seda y raso, /que a los besos de/llamas de un sol de oro /se derrite en un iris de pedrería’ (´El paseíllo´).
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