Discurso pronunciado por el maestro Enrique Ponce en la Academia de Córdoba.
Buenas noches Excmas. Autoridades, Excmas. Señoras Académicas y Excmos. Señores Académicos, amigos todos.
Ante todo quiero que mis primeras palabras sean para expresar la emoción que siento al estar hoy aquí y lo que para mí significa este acto. En primer lugar quiero expresar mi agradecimiento a los Excmos. Sres. académicos que con sus votos han hecho posible que esta noche me encuentre ante ustedes para tomar posesión como académico correspondiente de la real academia de córdoba, de ciencias, bellas letras y nobles artes. es para mí un honor este nombramiento por muchas razones, una de ellas por ser el primer torero de la historia al que se le nombra académico de una real academia y, como consecuencia, porque con ello se reivindican oficialmente los valores culturales y artísticos que entraña el toreo, nuestra fiesta nacional.
No es de extrañar pues que grandes genios literarios y artistas de todos los ámbitos se hayan inspirado y se sigan inspirando constantemente en el toreo para realizar grandes obras de arte.
Piensen lo que sucedería si en Inglaterra existiera una fiesta popular que hubiera hecho a Hemingway dedicarle varios de sus libros. Piensen que en Portugal existiera una ceremonia tradicional que hubiera merecido una serie de litografías de Picasso o Goya. Piensen que en Alemania existiera una costumbre de sus pueblos que poseyera tal fuerza que Bizet le hubiera dedicado una ópera universalmente conocida. Esa hipótesis existe y se convierte en realidad en el legado de la cultura española y tiene un nombre que no necesita traducción: fiesta nacional, tan presente en todas las bellas artes.
Y es que si nos parásemos a pensar, en una tarde de toros se conjugan todas estas artes: la música, que suena de fondo ante una gran faena; la escultura, que se materializa en cada uno de los lances o suertes del toreo, en embroque de onírica torería, con la diferencia de que esa escultura irrepetible cobra vida y emociona más que ninguna otra y permanece en nuestra retina durante toda la vida sin que nunca jamás se pueda volver a ver. Sobre el bronce nadie como mi paisano mariano Benlliure atrapó la bravura de un toro en su agonía cuando quiso homenajear a su gran amigo, el torero cordobés, Rafael González "Machaquito", por haber elevado a la categoría de arte una estocada a un toro de miura en Madrid en el año 1907. Sólo Benlliure podría captar la angustia de un pueblo ante su torero caído en la arena, angustia que se refleja en el mausoleo de "gallito"; en la pintura, porque como dice mi amigo el maestro botero "una corrida de toros se pinta sola" ya que tenemos todo el colorido y la luz del mejor de los cuadros, quedando esto de manifiesto en las tauromaquias de botero, Picasso, Goya, Roberto domingo o del actual y también afamado Miguel Barceló; está presente el toreo en la poesía, porque algo de extraordinario tiene que ocurrir en el ruedo a las 5 en punto de la tarde, la hora mágica del toreo, para que un genio como Federico García Lorca se inspirara para dar fruto a uno de los mas grandes poemas de la literatura universal, “el llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías”, y para que en la obra de Rafael Alberti figuren numerosos poemas taurinos, y sintiera la íntima necesidad de vestirse de luces y hacer el paseíllo en la cuadrilla de Sánchez mejías en la plaza de Pontevedra en 1927; en la ópera, Bizet convierte en héroe de una historia universal de amor y de celos a un torero en "carmen"; en el teatro, también el toreo asume una gran parte de su escenificación porque de alguna manera el matador se convierte en actor, con la diferencia de que en el escenario del ruedo se muere de verdad. en España tenemos un gran dramaturgo comprometido como ningún otro con nuestra fiesta, que plasma con gran sentimiento y verdad en su obra "controversia entre el toro y el torero", él es el gran maestro Albert Boadella; en la danza, que tantas veces ha sido comparada con el toreo por los ademanes que se asemejan a los de un gran bailarín; y en la literatura en general, a la que dedicaron parte de su obra Bergamín, José María Pemán, Pablo Neruda, Rafael Duyos, Blasco Ibáñez, que con su novela "sangre y arena" dió pie a que la meca del cine americano se interesara por la fiesta de los toros desde otro ángulo, y muchos más escritores que dejaron constancia de su creatividad y arte abordando temas sobre tauromaquia.
Numerosas frases reflejan la admiración por el arte del toreo a lo largo de la historia. Federico García Lorca dijo sobre la fiesta de los toros: “el toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo”. manuel machado dijo en cierta ocasión que “antes que poeta, hubiera preferido ser un buen banderillero”, ortega y gasset confesaba que hubiera cambiado su fama por la gloria que solo es dable a los matadores de toros. en cierta ocasión cuando a gerargo diego le preguntaron que como era posible que en santander hubiera presenciado una corrida por la mañana, otra por la tarde y una tercera por la noche, se limitó a decir: “todos los días deberían ser así”. pablo ruiz picasso confesó que lo que más echaba de menos en su exilio francés eran las corridas de toros.
Si grandes personalidades honraron a la fiesta con sus reflexiones y comentarios, la fiesta devolvió a la sociedad también un modo de expresión propio, calándose hasta la médula social la terminología taurina en conversaciones cotidianas: me aprieto los machos y continúo con mi exposición.
Queda así de manifiesto que nuestra fiesta nacional forma parte de las más grandes expresiones artísticas del mundo. y es que el toreo ha evolucionado en este sentido de una manera extraordinaria. todo arte es, de por sí, evolutivo. en el toreo el arte evolucionó a la vez que el toro. sería impensable que en el siglo xix se pudiera torear un toro con la limpieza, la profundidad y la perfección del toreo actual. atrás quedan esas luchas de toros en las que aguerridos y valientes nobles incluso reyes, alanceaban y posteriormente rejoneaban toros fieros allá por los siglos xvi y xvii, como el mismísimo césar borgia, hijo del más poderoso papa del renacimiento, el valenciano de xátiva alejandro borgia, conocido en su pontificado como alejandro vi y también como el papa más aficionado a los toros, sobre todo cuando su hijo césar, comandante jefe de las tropas vaticanas, celebraba sus éxitos alanceando toros en la ciudad de roma, para poco a poco las corridas de toros convertirse en una de las artes que más sensibilidad atesora.
Ahora bien, todo arte requiere de una excelente técnica para poder realizarlo de manera excepcional. posiblemente en el toreo sin una técnica depurada difícilmente el torero podría expresar lo que su alma y su corazón le dicta. Es por ello por lo que no existe ninguna figura del toreo que carezca de una buena técnica. en cualquier actividad artística y muy especialmente en el toreo si no se domina la técnica, el cuerpo se queda a merced del toro. entre otras cosas sería imposible poder cuajar un número importante de toros porque cada toro es diferente y cada uno te pide una lidia distinta que, aunque pueda parecer igual, nunca lo sería: se pueden asemejar pero no existen dos toros iguales. por lo tanto, nunca se puede aplicar la misma lidia y técnica en cada faena.
Hay veces en que como profesional me pregunto si la técnica en el toreo se aprende, indudablemente diríamos que sí, la técnica se aprende pero con el arte se nace. yo hay veces que dudo de si la técnica también de alguna manera nace dentro del torero, porque hay que pensar tan rápido delante del toro que a veces, en lo personal, parece que alguien interiormente me dice qué tengo que hacer sin ni siquiera pensarlo. toques que brotan de mis muñecas al instante, en décimas de segundo y que voy aplicando sin que me dé tiempo a pensarlo. Perder o ganar un paso según el toro te pida, porque es el toro el que marca la pauta, el que de alguna manera te dice ponte aquí o allí, someteme por abajo o ayúdame con suavidad a media altura. nunca he visto que un toro que no quiere humillar, a base de bajarle la mano termine humillando, por el contrario terminaría viéndote por arriba que es su condición y no le pegarías ni un pase. Ahora bien, si a ese toro que no humilla lo consientes a media altura, que es por donde el quiere embestir, y lo encelas en la muleta puede que en algún momento le hagas humillar. Quiero decir con esto que al toro no hay que enfadarle sino todo lo contrario convencerle de que sin hacerle daño y sin que se dé cuenta puedes ir llevándolo a tu terreno. He visto muchos toros que hasta les ha cambiado la expresión de su mirada cuando lo tienes dominado. tampoco quiero decir con esto que no haya toros a los que tienes que castigar con "muleta de látigo", obligando por abajo y pudiéndole, dejándole patente quien manda allí, pero siempre hay que ir y torear a favor del toro, nunca en contra. Por lo tanto, para mí torear no es llevar al toro por donde no quiere ir sino por donde tú quieres que vaya, eso sí, siempre con su permiso.
Por todo ello, la inspiración en una faena es fundamental. no se puede traer una faena preconcebida desde el hotel, no la puedes pensar y luego aplicar. Una de las cosas que nos diferencia a los toreros de otros artistas es que esa inspiración que dota a todo artista la debes tener quieras o no precisamente a la hora de la corrida, a solas en el ruedo, ése es el momento y no puede ser otro. si no tienes la técnica apropiada para ir desbrozando el mármol, difícilmente llegará tu obra a la categoría de arte.
La colocación en el toreo es también importantísima. ¿Dónde hay que ponerse? ¿Cuál es el sitio y el terreno que hay que pisar? últimamente se oyen muchos disparates al respecto. "es que hay que ponerse en el sitio donde cogen los toros", dicen algunos. Es una frase que está hoy en día de moda para calificar el grado de valor de un torero. Pero esta afirmación es tan absurda como muestra de ignorancia. El valor en el gran torero nada tiene que ver con la inconsciencia sino que en todo instante se halla bien fundado en la inteligente percepción de lo que el toro está queriendo hacer. Lo que hace falta es comprender la embestida del toro en todo momento conforme va efectuándose. y esto implica una compenetración espontánea y valdría decir que instintiva, entre el hombre y el animal. los toreros a veces, a veces, no siempre, sufrimos cogidas no por el sitio que pisamos, ya que sólo existe un sitio para torear, no hay otro, sino por el error de no estar donde debemos estar en cada momento para torear sin que nos arrolle o nos coja. Es el toque a tiempo, preciso, todo medido, lo que hace que un torero sea grande, siempre por encima del toro. la inteligencia contra la fuerza bruta. Eso es lo que se llama "comprensión del toro", el gran don que el torero de gran fondo encuentra dentro de sí, sin saber cómo, apenas comienza a torear. Es evidente que sólo ese don hace posible, de un lado, la intuición de los terrenos, y de otro, el valor del torero. Todo lo demás es un error por el que en esta profesión se paga muy caro.
Otra de las preguntas que sobrevuelan en el aire es: ¿se expone más estando cruzado con el toro o al hilo del pitón (lo que en el argot taurino se conoce como "fuera de cacho")? esto para que se entienda a la perfección hay que dar una clase práctica. Es decir, habría que ponerse delante aunque fuera de una becerra para poder experimentarlo y a la vez entenderlo. Yo particularmente pienso que donde más expones es cuando dejas la muleta puesta para ligar, luego... ahí no estás cruzado. Sólo de uno en uno puedes estar cruzado con el toro y así es imposible ligar los muletazos. De hecho, cuando tú le dás un consejo a alguien que se pone delante de una becerra la palabra mágica para que ésta embista más fácilmente es "crúzate". Será entonces que así es más fácil que la becerra pase? partiendo de la base de que en el toreo todo es exposición, yo creo sinceramente que se le exige más al toro incluso se expone más estando al hilo, es decir en la rectitud del pitón por el que vas a citar, pero ojo, con la muleta por delante, que estar cruzado con él. Por lo tanto cruzarse con un toro no es un axioma, sino un recurso ante el toro que por sus características lo demande, o dicho de otra manera, cruzarse con un toro es un medio nunca un fin.
Habría muchos más matices que explicar sobre la técnica del toreo. lo que es obvio es que la técnica es imprescindible para el dominio de la expresión artística del toreo. Cuando la técnica es depurada, cuando ésta está perfectamente asimilada, interiorizada por parte del torero, éste responde automáticamente a los planteamientos del toro y posibilita que el arte fluya con mayor naturalidad, sin estridencias, como si brotara por los poros de la piel olvidándote del cuerpo.
El toreo es sentimiento, del torero y del aficionado. una emoción, en el caso del torero, inefable por la dimensión del propio sentimiento. el miedo se convierte en gozo ante una gran faena porque el toreo es el arte entre las artes.
Tenemos la gran suerte de tener una fiesta nacional que es única porque en ella se conjugan todas las otras expresiones artísticas y es nuestra, muy nuestra. Una fiesta que no necesita defensa alguna puesto que el arte jamás lo ha necesitado. Es tan grande la fiesta de los toros que se defiende sola. Sólo hay que amarla y emocionarse con ella.
Toda mi vida he querido ser torero, siempre fuí torero, nací torero. Ser torero es una forma de vivir, de sentir, de ser, de respeto a los toreros y a quien todo te ha dado y todo te puede quitar que es el toro. El toreo es grandioso, mágico, tanto que es el único espectáculo artístico en el que no hay nada preparado, lo que ocurre en ese momento es todo de verdad, se desarrolla con una gran incertidumbre y en soledad en donde se funden arte y tragedia, toro y torero permaneciendo para siempre como acto único e irrepetible en la memoria de nuestras retinas y en la emoción de nuestros corazones.
Muchísimas gracias por la atención prestada.
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