martes, 18 de agosto de 2009

TOREO

Sin la presencia de la muerte, no puede haber una auténtica corrida de toros. El toro debe morir, pero no de cualquier modo. No es matar por matar.En este supremo lance al toro le toca poner toda su casta, hasta el fin; y al torero todo su arte y su valentía hasta el fin también.
En la conjunción lograda de estos elementos, hace su presencia la invitada invisible de la fiesta, la muerte.Son increíbles las cifras de los toros muertos por las grandes figuras, verdaderas hecatombes míticas. Desde los cinco mil toros que mato Pedro Romero, sin una sola herida en la piel inviolada del diestro, a los cuatro mil ochocientos setenta y dos de Lagartijo y los mil seiscientos dieciséis de Antonio Fuentes.
En record de cogidas, se lleva la palma El Espartero, enpitonado ochenta y cuatro veces, y confesando estoicamente: "A pesar de tener el cuerpo recocido por todas partes, que más cornadas da el hambre."El año más trágico para los toreros, es el de 1934, que cierra su balance con doce hombres muertos y cuarenta heridas graves. Y de los meses, la flor, esta vez de sangre, se la lleva Mayo. Hay una foto impresionante de la cogida de Manolote en Linares, en la que se ve claramente como al mismo tiempo penetra en el muslo del maestro el pitón del toro, en cuyo morrillo esta penetrando el estoque del torero.Dos muertes en una sola foto.
Y sin embargo, los toreros confesamos que en algunas ocasiones son peores los hombres. Me decía un amigo torero: "A veces tengo la impresión de que cada toro que mato, para tomar venganza de su muerte, se encarna en un hombre después."Y entonces, a todas las nobles malicias del toro, se añaden las peores intenciones del hombre.
Imaginese usted,
Torear, juego entre dos
tu y el toro.
Cuenta bien,
olvidas otro,
La muerte.

Torear,
juego entre tres.
El toro no la invito,
pero yo si la invite,
y al ver el toro al torero,
la invita el toro también.

Y por los dos invitada,
entre dos debe escoger.
Aunque si puede, traidora...
Coje a los dos a la vez.
Penetra por el torilcon el toro en el redondel,
o formando en la cuadrilla del paseillo, no se.

¿Qué sitio ocupa en la plaza?
Suyo es todo el redondel,
pisa el terreno del toro y el del torero también.

Tiene frontera en el suelo,
la leve arenaun cairel que se desmaya en el airey el raso sobre mi piel.

Se asoma en el burladero,hiela al estribo su pie.
De los medios a los tercios va y viene en loco ballet.

Se enrolla con el capote,seguido abrazo a mi piel.¿Quien me mueve la muleta, si no hay viento?Quien va a ser.
Cadena de naturales,riesgo a muerte, eslavon fiel;Pase de pecho, alguien pasa.Ademas del toro, ¿Quien?
Cuanto más nos apretamos el toro y yo,piel con piel.Mas ancha y facil la muerte puede entre los dos caber.

Quien se cuadra, ¿ella o el toro?Cuando cito a volapie.Yo enfilo al toro mi estoque,ella a mi las astas de el.

Cruzan en viaje dos muertes.Via libre y pasa el tren.Y que no cabe mi tumba en la cuna del burel.
Yo juego todas las cartas,el toro una sola.Y es, su dos de espadasque busca darme muerte cada vez.
Yo el as de espadasreservo para el final.Y con el,solo una vez juego a muerte.Todo lo juego a una vez.

Una corrida seis veces la muerte en el redondel. Tocan a dos por torero. Señor, que no toque a tres.


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