miércoles, 12 de agosto de 2009

¿De qué fibra están hechos los Toreros?

Por: José Antonio Esparza
Al ser humano promedio si lo muerde un tiburón, pero no lo mata, lo que sí le produce es un trauma psicológico espectacular, que más que seguro, lo aleje de las aguas marinas de por vida.
En otro nivel, si un perro lo muerde, la próxima vez que esté cerca de un can, lo tratará con respeto, no por trauma, pero sí por experiencia. El sentido de conservación en todo ser viviente es algo innato, todos lo tenemos y es el resultado de intrincados mecanismos neurales, físicos y hormonales.

En el caso de los toreros, todos ellos saben el riesgo que encierra su profesión y más tarde o más temprano, entregarán su cuota de sangre sellando su compromiso con el toreo. No siempre es así; hay algunos afortunados que son muy respetados por los astados y casi no tienen percances.
Pero, y los que sí se llevaron una "cornada decaballo", ésos que en el momento de la cogida, vieron la cercanía de la muerte, aquellos que estuvieron en el suelo a merced del animal….¿Qué extraño mecanismolos priva del trauma y siguen toreando? ¿Cómo vencen el dolor de la cornada y torean aún sangrando? ¿Cuál parte del cerebro le indica que debe continuar?
Creo yo que la respuesta no la dan los médicos especialistas. Pienso que la cosa está en la sangre. En la sangre torera. Así como hay toros de casta, pienso que hay seres humanos de casta. Sujetos distintos al resto, cuyas motivaciones son diferentesa las del resto de los mortales.

Muchos tratadistas de este tema citan como motivaciones a los siguientes alicientes: DINERO, GLORIA, FAMA, MUJERES….Yo creo que sólo algunos toreros llegan a la cima, y con ella, a lo anteriormente citado. Pero hay un elemento inmaterial que es el verdadero motivo: EL RESPETO.
El torerito de pueblo, sin un cobre en el bolsillo, torea por el respeto. Y tras ese respeto, la admiración del público es la droga que lo empuja aseguir intentándolo. Qué importan los primeros revolcones, qué importa la primera cornada, el deseo de torear se basa en la búsqueda constante del respeto que causa en el resto de seres humanos.
El cuerpo de un torero es tan vulnerable a las cornadas como el de usted, amigo lector. No está hecho de ninguna fibra especial, ni de más adrenalina en las venas. Lo que tienen los toreros es una sangre especial. Es una estirpe humana única. Y los pocos que la poseen, no pueden luchar contra ella. Esa sangre es más fuerte que sus miedos, sus dolores y su propia vida.

Si no fuese así, no se explica por qué los toreros millonarios, que ya lo tienen todo -en términos económicos y materiales; finca propia, Mercedes Benz, Cuenta Bancaria gigantesca- sigan arriesgando su vida en cada tarde. Si las verdaderas motivaciones fueron esas, dejarían de torear y disfrutarían de sus posesiones. Pero no, usted sabe de toreros retirados, millonarios, que no soportan esa lejanía con el toreo. Algunos creen que la vida que Dios les dio sólo sirve para torear y nada más. Este tipo de romanticismo del siglo XXI, es actualmente, único.
Las figuras entonces, también buscan lo mismo: EL RESPETO, y vaya si lo consiguen!
Hace muchos años, Francisco Ruiz Miguel recibió una cornada en el escroto (zona genital). ¿Sabe usted lo que hizo? Dijo: "No pasa nada. Dejarme solo." Y siguió toreando hasta enfundarle una estocada hasta los gavilanes al animal, que rodó frente a él como rodaban las gotas de sangre por su taleguilla. Y recién en ese momento, se dejó cargar en hombros hacia la enfermería, pero con las dos orejas en las manos y con los gritos del público en sus oídos: TO-RE-RO,TO-RE-RO, TO-RE-RO!

Antonio Bienvenida se llevó un cornadón en el vientre al tratar de darle un pase cambiado a muleta plegada al toro “Buenacara” en el año 1942 en Barcelona. Le administraron la Extremaunción. El hombre estaba partido en dos. Se salvó de milagro y su recuperación duró 3 meses. En su reaparición, toreó en Barcelona, con toros del mismo encaste, vestía el mismo color de traje de luces, y a su primer enemigo le citó para el pase cambiado. Se lo pegó y se acabó el problema. Venció sus temores y se sobrepuso a sí mismo de la única manera como podía hacerlo: toreando.
¿De qué fibra están hechos los toreros? De la misma fibra de la que estamos hechos usted, amigo lector, yo y todos los demás seres humanos de esta tercera roca a la derecha del Sol. Pero la sangre que corre por esas venas, esa sangre que se ha derramado miles de veces para la consolidación de la Fiesta Brava, es única.
Esa sangre no morirá y se seguirá transmitiendo por generaciones en tanto un grupo de aficionados como nosotros acuda a una plaza de toros y vitoree a un matador con las palabras mágicas: TO-RE-RO, TO-RE-RO,TO-RE-RO!

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